La zona donante del injerto capilar es una de las claves principales para asegurar el éxito del procedimiento. Como su propio nombre indica, esta área es aquella de la que se extraen las unidades foliculares para después implantarlos en la zona receptora. Normalmente, la zona donante es la occipital y temporal del cuero cabelludo, es decir, entre la coronilla y la nuca. En ella, los folículos crecen a pesar de que en otras áreas pueda caer el cabello, y ello se debe a que esta zona no se ve afectada por la genética y las hormonas.

 

Qué es una mala o buena zona donante

Como hemos comentado, la calidad de la zona donante determina el éxito del procedimiento, e incluso es el factor principal a la hora de que el cirujano decida si es posible o no realizar un trasplante capilar. Por ello, es importante que antes de comenzar el proceso el paciente se realice un estudio o test o diagnóstico capilar para comprobar el estado del área donante.

Una buena zona donante es aquella que cumple con tres requisitos principales; alta densidad de folículos, varios pelos por folículo y un cabello grueso y oscuro. Lo ideal es que cada folículo contenga entre tres y cuatro cabellos, y se busca un cabello grueso porque es el más resistente y crece con más fuerza. Sin embargo, no siempre se cumplen todos los requisitos, ya que el estado del cabello varía mucho de un paciente a otro. Así pues, cuando se observan cabellos finos pero con alta densidad y con un número suficiente de pelos por folículo también se habla de buena zona donante.

 

 

Por el contrario, una zona donante pobre o de mala calidad es aquella que no cuenta con las suficientes unidades foliculares para poder trasplantar a la zona receptora. Normalmente, esta problemática ocurre en pacientes con alopecia agresiva o cicatricial, con un cabello excesivamente delgado o debido a cirugías previas. En estos casos, no es posible resolver la alopecia con un injerto capilar.

 

Proceso del injerto capilar

Una vez se ha valorado la calidad de los folículos de la zona donante, se procede a extraer algunas de estas unidades foliculares. Puede hacerse de varias maneras según la técnica; retirar una capa de piel a través de la técnica FUSS  o extraerlas una a una a través de la técnica FUE.

Una vez extraídos los folículos pilosos se clasifican y se escogen los de mayor calidad, aquellos con mayor potencial para que crezca el pelo sano y fuerte, y posteriormente se injertan en la zona receptora, esto también mediante diferentes técnicas.

Al incorporar folículos sanos en la zona que sufre de alopecia, el cirujano se asegura de que el ciclo de crecimiento del cabello vuelva a funcionar con normalidad. Aunque para ello es necesario esperar varios meses, dependiendo la zona a tratar entre 12 a 18 meses.

 

Recuperación de la zona donante tras el injerto capilar

Una de las preguntas más frecuentes entre los pacientes antes de someterse a la cirugía del injerto capilar es si las unidades foliculares de la zona donante se recuperan. Y la respuesta rápida es que no, ya que el número de folículos es limitado, y por ello es tan importante una valoración previa que asegure que hay suficientes. También es importante extraerlos mediante un buen patrón que disimule esa futura falta de las unidades foliculares.

Pese a ello, existen tratamientos complementarios como el Plasma Rico en Plaquetas, o PRP, que consiste en inyectar el propio plasma del paciente para volver a estimular el crecimiento del cabello. Ello no crea folículos pilosos, pero sí estimula el buen funcionamiento de los ya existentes.

En cuanto a la recuperación de las extracciones, la zona donante vuelve a la normalidad a los 7 o 10 días después de la cirugía, siempre dependiendo de cada paciente. Hasta el tercer día, no es recomendable tocar o lavar esa área del cuero cabelludo. En este punto, es imprescindible seguir las recomendaciones del médico especializado para asegurar el éxito del procedimiento.

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